Este blog es para el desahogo de un ciudadano que está cansado de que nos cuelen tantos engaños a casi todo el mundo. El único consuelo que me queda por ejercer es el de decir en voz alta "A MI NO ME ENGAÑAN".




Ya está disponible el ensayo
"Las Falacias que nos rodean", de distribución libre y gratuita.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Los pescadores

El otro día tuve un pensamiento un poco raro o friqui. Caí en la cuenta de que casi todas las nacionalidades, profesiones, grupos sociales... tienen chistes asociados.

Hay chistes de abogados, de ingenieros, de mariquitas, de borrachos, de padres, de niños pequeños, de informaticos, de leperos, catalanes y vascos, de gitanos y guardias civiles, de feos, de vacas, cerdos y perros, de coches y aviones, de rubias y negras...

Pero hay un colectivo sobre el que, que yo sepa, no se ha hecho nunca un chiste. Y caí en la cuenta de que este colectivo es, posiblemente, el más respetado en todas las sociedades. Humilde, tradicionalmente pobre, con el sufrimiento anclado en la piel... Sólo pronunciar su nombre se anticipa un respeto que su imagen convierte en admiración.

Me refiero a los pescadores.

¿Alguien conoce algún chiste de pescadores? No, ¿verdad? Ni lo habrá nunca... espero. No es la de pescador una profesión de risa.

Dura como pocas, mal pagada, en la que dispones de poco tiempo para estar con la familia, cuantos han muerto en un temporal más preocupados mientras se hunden en el agua por el futuro de su familia que por su inminente muerte.

Aquellos que admiren esta dificil profesion, vean este video de una canción portuguesa que tiene unos magistrales primeros planos de pescadores, destacando asimismo la expresión de lamento de la anciana no se sabe si ante un luctuoso suceso o sencillamente temiendo la partida de alguien.

Está en portugués, pero creo se entiende más o menos. Trata sobre eso, sobre la dureza del mar, y es un homenaje a los pescadores.

http://es.youtube.com/watch?v=MSIGWEcR5Dc

De chaval veraneba en Chipiona, cuando aún era más un pueblo pesquero que de veraneo. Por las madrugadas, sobre las seis y algo o antes, me solían despertar los motores de gasóil de las barquitas que zarpaban del cutrecillo pero añorado puerto pesquero para adentrarse en la mar. Ese lejano, grave y monótono ruido, acompañado del suave oleaje del ruido del mar, es uno de los sonidos más agradables que he oido nunca para despertar. Me gustaba, cuando esto pasaba, asomarme al balcón y ver las tímidas siluetas de las barcas a la luz de la incipiente mañana, que a esas horas tenían todas color negro. A esas horas, todos dormían menos los pescadores y yo... y quizá alguién más con la extraña afición de levantarse dos horas antes que cuando vas al colegio para ver cómo zarpan unas viejas barquitas. Pero eso nunca llegaré a saberlo.
Por las mañanas a mi madre le pedía, en lugar de que me comprase chucherías, que me llevara con ella de compras al mercado, lo que pocas veces sucedía, pues cuando lo hacía me pasaba la mañana preguntando el nombre de cada pescado, y me ponía a mirar a los hombres que cargaban y descargaban las cajas de pescado, y a las mujeres que los limpiaban con una habilidad manual que despertaba en mí un entusiasmo que no provocaban los jugadores de futbol.
En general todo el mercado me gustaba, también los puestos de quesos, de frutas... pero sobre todo los de pescado. Era enorme la variedad de peces que se podían ver cuando Chipiona era más pesquera que veraneante. Ya de adulto he ido y la cosa ha cambiado mucho.
Aún hoy el olor del pescado (si es fresco, claro) me resulta agradable, me infunde recuerdos de entusiasmo infantil...

martes, 26 de agosto de 2008

Vengo de vuelta. Y nunca mejor dicho...


Acabado el veraneo, aquí estamos otra vez. He pensado en muchas cosas este verano, y entre otras, he estado a punto de decidir clausurar el blog. ¿El motivo? La clase media ya no existe. Lo tengo claro. Las piezas han encajado. El leit-motiv del blog no es real, eso le quita sentido. Se pueden hacer blogs de cosas irreales, como vampiros, dimensiones paralelas, o fantasmitas alergicos al regeatton, por decir algo, pero siempre que se sea consciente de que son cosas irreales. Teorizar o intentar hacer practica sobre algo que no existe, pero que uno se empeña en pensar que existe, es engañarse a uno mismo, e intentar engañar a los demás, inconscientemente, pero no deja de ser un engaño.

La clase media no existe porque no actúa en conjunto. La clase obrera existe porque cuando se ha tenido que rebelar lo ha hecho. Algunas veces ha conseguido cosas, otras ha perdido, pero la clave está en que lo ha intentado porque tiene conciencia de colectividad. La banca, la clase alta existen porque saben ponerse de acuerdo para controlar el mercado.


Pero la clase media no existe. No es que no sean capaces de ponerse de acuerdo unos cientos de miles de ciudadanos. Es que no son capaces de ponerse de acuerdo unas docenas. No sólo no se ponen de acuerdo para ir juntos contra el capital, sino que si alguien tiene la más mínima oportunidad de venderse a éste, lo va a hacer.


Para mí las clases medias son un conjunto heterogéneo de individuos con un mínimo de capacidad económica, que vagan (física, económica y culturalmente) de un sitio para otro, con menos coordinacion que un grupo de ñúes frente a un cocodrilo, y que ni tienen la rabia de la clase obrera, ni tienen la mente fría de la plutocracia. Cada uno por su lado, como los micos que tratan de coger cada uno su banana para después rascarse el sobaco, los ciudadanos de la llamada clase media acuden a sus trabajos sin pensar como un todo, para luego llegar a casa y ver la tele. Y si le pueden quitar un trozo de banana al mico de al lado, empujándolo para que se lo coma un tigre, pues lo empujan, de la misma manera que los ciudadanos medios se venden a la primera de cambio, aunque ello implique la ruina económica y/o emocional y/o física de otro ciudadano medio.


Para que la evolución de ese conjunto heterogéneo de individuos se pusiera de acuerdo, debería ser una evolución más o menos simultánea, aunque no fuese al 100%. Del mismo modo que un banco de peces puede cambiar de dirección aunque no todos los peces cambien al mismo tiempo, la evolución social de la clase media debería ser más o menos sincronizada, pero esa evolución no tiene lugar, o si la tiene, es a una velocidad tan lenta que mis ojos no la perciben, como tampoco mis ojos pueden percibir cambios en las rocas de los acantilados, aunque al menos éstas son hermosas al recibir en su seno la caricia de las olas del mar.


Pero no hay nada de hermoso en sentirse cuasi solo intentando poner tu parte para hacer de éste un mundo mejor, cuando estás rodeado de gente que, salvo muy honrosas excepciones, consideran que ideas como ésta son de tontos.


Aceptaría correr con el esfuerzo de pensar y dar el primer paso de cada actuación, si a ello le siguiera un debate por parte de todos, hasta llegar a una decisión más o menos común, y una paulatina acción conjunta.


Pero es que no sólo no pasa eso, sino que mientras piensas qué se puede hacer para mejorar las condiciones laborales de tus ¿compañeros?, la convivencia en el vecindario, la capacidad económica conjunta de quienes no andamos sobrados de dinero frente a la banca, otros son, como los marcianos de HG Wells, mentes insensibles que te analizan y piensan cómo pueden usarte para su propio beneficio, escrutando tus puntos débiles. Que no lo consigan no es consuelo. La intención está ahí, latente, y aunque la fuerza no te la quiten, son garantía de que los ciudadanos medios nunca serán una clase que trabaje coordinadamente por un mundo mejor y por sí misma.


Y mientras piensas qué se puede hacer para mejorar el medioambiente, resulta que quienes tienen hijos no reutilizan el papel, ni reciclan el vidrio, pero tú no has tenido hijos. Tú, que vives en un piso de 50 m2, la mitad que el de tus jefes con hijos, tienes un hueco con una bolsa donde apartas el papel.


Quienes tienen hijos no llaman a la policía cuando contemplan un delito, pero tú sí lo haces, y de esta manera contribuyes a que el día de mañana el mundo sea un poquito mejor para los hijos de quienes no arriman el hombro. Tú no tienes hijos y te expones, y los hijos de otros que no se exponen disfrutarán de ese mundo un poco mejor gracias a que tú testificaste contra ese skin.


Pero no soy yo sólo. Las pocas personas que conozco que merecen la pena, por un motivo u otro tampoco han tenido descendencia. ¿Casualidad?


Llega un momento en que hay una carga adicional que lo rompe todo, y no se sabe muy bien porqué es esa carga concreta. ¿Porqué el pilar de un edificio se viene abajo con 28.457 kg de carga cuando aguantó 28.456 kg? Cosas de la teoría de estructuras. ¿Porqué alguien decide cambiar después de un mal día, cuando en los treintaypico años que lleva viviendo ha pasado por momentos mucho peores? Cosas de la psicología humana.


El caso es que un día, decides cambiar. Y aunque te queda la duda de si esto será un momento más o menos largo de "bajona emocional", tomas una decisión, al principio como "una prueba", o con carácter "temporal". Decides pensar en tí mismo y en tus seres queridos. Tú mismo, familia CERCANA, pareja y viejos amigos. Únicamente.


Y empiezas a usar tu mente no para pensar cual debería ser el sistema económico que más le convendría a la clase media y ponerlo en el blog, sino para promocionarte y ganar clientes fuera de tu trabajo habitual. Te das cuenta de que quien es válido cotiza dentro y fuera de donde estás, de que el mundo necesita gente que trabaje y que te pagan por ello. Tu estado de ánimo va para arriba.

Empiezas a usar tu tiempo no para advertir a los ¿compañeros? del trabajo de las últimas maniobras de los bancos para cobrar más, sino para navegar por internet en busca de webs relacionadas con viejas aficiones olvidadas y descuidadas... y disfrutas y se te asoma una sonrisa a la cara mientras alguien te dice "Se te ve muy contento... se nota que has disfrutado el veraneo"


Y vas a una fiesta y cuando hablando con una chica te manifiesta que está preocupada por la crisis porque está a punto de terminar los estudios, en lugar de ofrecerle un listado de empresas, o advertirle de cuales explotan a sus empleados, optas por despreocuparte y afirmar "Lo de la crisis es una exageración, el que vale sale adelante, seguro que tú sales adelante", ves que en lugar de mirarte como a un bicho raro al que le interesa la economía, te regala una amplia sonrisa, y te contesta "Pues también es verdad" a la vez que te invita a bailar un ratito.


Una tarde coges y tiras la bolsa donde tenías el papel para reciclar y la tiras al contenedor de residuos comunes y en el hueco que te deja en el piso pones una cajonera para clasificar esas pequeñas cosillas que te gusta tener a mano, pero que siempre andan revueltas por varios rincones. A falta de hueco, no puedes reciclar papel. Pero eso no importa. Eso no te afecta, eso afectará a los hijos de tus jefes. Ya no reciclarás más papel, pero tienes un hogar más acogedor y eso es lo que importa.


En definitiva, tu vida mejora, cuando renuncias a intentar a hacer algo por todos tus ¿semejantes? y centras esfuerzos en aquello que te concierne sólo a tí y a tus seres queridos.


Con todo, esto no quiere decir que vaya a cerrar el blog. Como el astrónomo que observa las emisiones de radiación de los púlsares sin poder controlar su frecuencia ni tan siquiera planteárselo, o como el biólogo que observa las caóticas rutas de los ñues sin poder hacer nada para influir en éstas ni tan siquiera planteárselo, seguiré observando y comentando lo que pasa en este mundo que nos ha tocado vivir, pero sin tratar de contribuir a que cambie el injusto trato que recibimos los ciudadanos medios, ni tan siquiera planteármelo.

¿Porqué seguiré con el blog si ya no creo en la clase media, si me siento fuera de ella, si la Historia de la Humanidad es la lucha de dos clases, y ninguna de ellas es la media, porque no existe?


Pues porque me gusta escribir. Le he cogido el gusto, me encanta cómo las ideas que tengo en la cabeza a veces afloran y otras no, y contemplar y oir mis propios dedos deslizarse sobre el teclado mientras miro la pantalla del ordenador. Me hace sentir en una especie de interfase entre el mundo físico y el de las ideas, en el que casi todo es posible.


Escribiré lo que me apetezca y haga ilusión escribir y comentar, no lo que crea que un momento dado es lo más importante comentar por el bien de todos.


Lamento si decepciono a los incipientes seguidores que tenía, pero no soy sólo yo, mi cuerpo ha hablado por mí y ha contribuido de manera decisiva a tomar la decisión, y la biología es muy sabia. Además, en definitiva, esto no es un final. Es una metamorfosis. Una metamorfosis necesaria, precisamente, para que no haya un final, o al menos no antes de tiempo. Dejo de ser el gusano que hurga por el humus de la banca y me convierto en una mariposa que sobrevuela por encima de los árboles, aunque el humus seguirá existiendo.

Ya os contaré qué tal se ve todo desde otro punto de vista.