Este blog es para el desahogo de un ciudadano que está cansado de que nos cuelen tantos engaños a casi todo el mundo. El único consuelo que me queda por ejercer es el de decir en voz alta "A MI NO ME ENGAÑAN".




Ya está disponible el ensayo
"Las Falacias que nos rodean", de distribución libre y gratuita.

miércoles, 18 de febrero de 2009

La caza del científico

Éramos pocos, los que había se fueron, y a los que iban a venir los han echado:



Lo primero que quiero hacer, antes de comentar la noticia, es mostrar mi solidaridad con James Aweya por el trato recibido. Disfrutando como disfrutan de la presunción de inocencia quienes atropellan ciudadanos, quienes violan niñas y luego las tiran al río, quienes estafan ancianos, quienes montan partidos para promover el tiro en la nuca... que una persona que sí merece la presunción de inocencia sea machacada así es indignante. ¿No existe esa presunción en este caso? ¿Porqué? ¿La aplicación depende del estado de ánimo del "agente de la autoridad"?




En segundo lugar, quiero mostrar mi rechazo a la medida adoptada por el gobierno de detener sistemáticamente inmigrantes. Debe quedar claro que los españoles no somos racistas, en general. La medida aprobada por el gobierno es fruto de la incapacidad de general empleo para salir de la crisis. No hay empleo, se echa a los inmigrantes, y así hay más empleo para los de aquí, y así hasta puede parecer que se está haciendo algo para solventar la crisis.






En este ¿país?, tan poco dado a valorar el intelecto en sus distintas vertientes, donde por la cúpula de pegotes de pintura de barceló pagan millones, y donde la gente hace cola para recibir a futbolistas que, no lo olvidemos, su única habilidad consiste en pegarle patadas a un pedazo de cuero cosido...


En España, como decía, a los científicos se les trata como delincuentes. Y añadiría que a los delincuentes se les trata como premios nobel. Si no a todos los científicos, al menos a algunos.


Siguiendo las estúpidas consignas del Ministerio del Interior de detener sistemáticamente a extranjeros, se ha provocado una situación indignante. Esto ha venido provocado, entre otras cosas, por la desobediencia ciega de los "agentes de la autoridad" ante una orden absuurda. Si hay que desobedecer a un jefe para hacer lo que debes hacer, se le desobedece. Viendo estos hechos, uno tiende a recordar, aún a riesgo de estar en el supuesto de la ley de Godwin, cómo sucedió el genocidio Nazi. Hitler ordena exterminar judíos, y los generales obedecen (lo ha mandado el fuhrer). Los generales a los comandantes (lo han mandado los generales) , así hasta llegar al soldado que abre la espita del gas Ciklon-B

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